
Si yo pudiera poner un nombre a la felicidad sería un pequeño puerto escondido de madrugada.
Uno desconocido, clandestino, uno inventado.
Una noche cerrada y húmeda y una luna supuesta entreverando un fondo de agua y barcos.
Si yo pudiera definir esa emoción sería una música resolviendo el silencio.
Agitando mi intestino, haciendo temblar mis piernas. Arrastrando mi inquietud a convertirse en baile en medio del asfalto.
Levantando mis talones dos centímetros por encima del tacón por si puedo imaginarte antes.
Para inventarte.
Para soltarme. Para desvelarte por fin como la incógnita de la ecuación que me obsesiona.
Si yo pudiera definir ese segundo sería tu boca de inmáculos dientes como un faro entre las sombras anunciando que es el tiempo de hundir el ancla.
De echar raíz en este suelo.
Porque esto que va a ocurrir cuando nos besemos,
este fluir.
Este momento es la vida que pasa.
Precioso!
Me gustaMe gusta
Gracias!
Me gustaLe gusta a 1 persona