
A veces la veo,
en un reflejo fugaz en un espejo
o en una pregunta que responde segura.
No tiene miedo a que la encuentre,
desternillada de risa, tal vez bailando.
Predicando su alegría entre la gente.
Protegida por los dioses, ejerce sus derecho
a estornudar en alto,
a decir lo que piensa,
a merecer la vida.
Pero me esquiva.
Abro un grifo y se disuelve en la gota.
Yo me siento a esperarla,
paciente al borde de las sombras.
En ocasiones rozo la certeza
de que un día vendrá y querrá quedarse,
o podré atraparla…
A esa que soy y aún no me atrevo.
Precioso!!!
Me gustaMe gusta